"El libro que hoy presentamos probablemente sea uno de los mejores ejemplos de esta vertiente poética" |
Por: Idiel García Romero (Escritor y director de Sed de Belleza).
En los últimos tiempos hemos visto asomar a las puertas de la poesía un
discurso agresivo, provocador, violento, doloroso, crítico, que muchas veces
renuncia a la música del verso para mostrar el golpe corcoveante de la
existencia. La poesía de estos poetas, no se propone ya solamente representar y
criticar la existencia o la sociedad sino, creo yo, que por momentos pretende
abofetearte con ella, golpearte, hacerte despertar del sueño zombi en el que
buena parte de los ciudadanos se encuentra sumergido hasta casi la puñetera
nariz. A esta poesía se me ocurrió darle un nombre para mí, quizás en una
necesidad de explicármela a mí mismo, es un nombre sencillo que no pretende
convertirse en una etiqueta, aunque es posible que una etiqueta les serviría de
márquetin a todos. Ese nombre es hiperrealismo crítico.
El libro que hoy presentamos
probablemente sea uno de los mejores ejemplos de esta vertiente poética. Como
el hiperrealismo pictórico, ese movimiento surgido en los Estados Unidos a
fines de los años 60, hay en esta poesía una búsqueda constante de
representarnos una realidad cada vez más fiel, cada vez más cercana a la vida
viva, es decir, que por momentos parecería que esta poesía en lugar de mostrar,
aludir a la vida mediante símbolos o representacione s, busca erigirse en
una realidad dramática equivalente a la otra, de modo que se instaura una
especie de suplantación de la realidad. Aunque claro está, no renuncia al
carácter simbolista del poema.
"Un cadáver ideal, de Jorge Labañino Legrá, alias El Puro, poeta de Contramaestre, pertenece a ese tipo de texto y puede tenerse como un ejemplo paradigmático" |
Esta vertiente, y
especialmente Un cadáver ideal, de Jorge Labañino Legrá, alias El Puro, poeta
de Contramaestre, pertenece a ese tipo de texto y puede tenerse como un ejemplo
paradigmático. La poesía se desnuda en gran medida de su andamiaje tropológico,
como si metáforas, símiles, metonimias, sinécdoques y otros recursos fueran
obstáculos en la recreación de esa realidad. Aunque su escritura no es nunca
llana ni chata, sino simplemente desnuda de excesos, porque sí que es posible
encontrar en ella metáforas, símiles etc. Solo que utilizados con mesura y con
una marcada intención: la de hacer que la realidad nos parezca realmente viva
en el poema, cuando se alude al dolor, el poema tiene que doler, cuando hay
golpe, tiene que golpear, cuando hay sangre, la sangre tiene que brotar del
libro. Cuando hay putrefacción, el mal olor tiene que sentirse y dominar. De
ahí que la atmósfera sea determinante.
Aunque pareciera que muchas
veces se trata de poetas que no dominan las formas más musicales del poema, y
que los ritmos sean arrítmicos, como son en su mayoría, en los buenos poetas de
esta vertiente, como es el caso de Labañino, no se trata de una carencia de
oído, porque oído le sobra, ya que se trata de alguien que además de poeta es
músico, y que en sus textos narrativos desarrolla una prosa de gran musicalidad
y tono pertinente. Por lo tanto, podemos hablar de otra de sus renuncias, al
poeta no le interesa que su poema sea musical, sino que se desprende de la
música como si esta fuera la enajenación de la idea poética. La música sirve
para distraer, entretener (hablo de una de las perversiones del arte, pues
cuando se convierte en un modo de distracción es enajenante).
También destaca en este
libro de Legrá su construcción progresiva, donde los poemas son integraciones
de un todo mayor, partes de un relato y no textos que puedan ser expropiados al
libro. En ese relato mayor que es el libro en su totalidad, es posible
encontrar personajes que dominan como los personajes protagónicos de una
novela, como es el caso de Anselmo, o personajes secundarios que participan
como piezas del gran relato, como es el caso de Faílde. Es evidente que Legrá
no solo es un gran lector de poesía, sino que me atrevo a arriesgar que los es
todavía más de la narrativa y de la literatura de pensamiento, pues el otro
rasgo determinante de este libro es su profundidad de pensamiento. El poema
como maquinaria reveladora de verdad.
"¿Qué pretendía El Puro cuando tituló a este libro Un cadáver ideal?" |
¿Qué pretendía El Puro
cuando tituló a este libro Un cadáver ideal? ¿Acaso se refería a un tipo
específico de muerto, de cadáver, al que todos deberíamos aspirar como fin
último de nuestras vidas o si en su lugar quería hablarnos de una muerte
simbólica a la que todos nosotros hemos entrado? Tal vez no era eso. Tal vez se
refería a la muerte de un tiempo soñado, de un anhelo, o es posible, de un
ideal. Quizás solo pretendía despertarnos. Lo cierto es que la elección del
título es también hiperrealista, un cadáver es algo que siempre duele y golpea.
Este hiperrealismo crítico de Legrá no solo es un dispositivo de altísima
fidelidad poética sino también una lectura crítica de la realidad, un mecanismo
no para transmitir sabiduría, sino para alcanzarla.
Lo cierto es que ese cadáver
al que se alude no muere de muerte natural, sino que es el resultado de un
lento pero meticuloso asesinato, y lo siguiente de lo que podemos estar seguros
es de que el muerto era inocente. Ese cadáver podría ser el tuyo o el mío. Pero
eso carece por completo de relevancia, porque lo que verdaderamente importa es
que puede resucitar en la poesía.
Fotos: Didier Cruz.
OTRO MANIFIESTO:
POEMA PUBLICADO EN "UN CADÁVER IDEAL" DE JORGE L. LEGRÁ (PURO) PÁG 52.
Si bajas el brazo no lo vuelvas a subir
La calle está al rojo vivo y te oscurecen de un pestazo.
Y si te dicen grita
Grita
Si te dicen calla
Calla
no juegues con la jama de tus hijos, no juegues con el salario ideológico, esos teléfonos no te pierden voz ni pisada.
Por tu madre deja que sean piedras y porrazos quienes hablen
Mira a Faílde
mira como lo dejaron.
Te lo digo
Si bajas el brazo no lo vuelvas a subir
La calle está de plomo y te oscurecen de un pestañazo.
OTRO MANIFIESTO:
POEMA PUBLICADO EN "UN CADÁVER IDEAL" DE JORGE L. LEGRÁ (PURO) PÁG 52.
Si bajas el brazo no lo vuelvas a subir
La calle está al rojo vivo y te oscurecen de un pestazo.
Y si te dicen grita
Grita
Si te dicen calla
Calla
no juegues con la jama de tus hijos, no juegues con el salario ideológico, esos teléfonos no te pierden voz ni pisada.
Por tu madre deja que sean piedras y porrazos quienes hablen
Mira a Faílde
mira como lo dejaron.
Te lo digo
Si bajas el brazo no lo vuelvas a subir
La calle está de plomo y te oscurecen de un pestañazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario