jueves, 10 de octubre de 2019

Bolivia: Una tradición que continúa




Por: Alfredo Ballesteros Alfonso (Editor)

Llegar allí, a ese difícil sitio de la geografía boliviana es rendir el merecido tributo a quienes no han muerto. Viven en el ejemplo y el legado aunque se cumplan cincuenta y dos años de sus viajes a la eternidad cuando en combate desigual cayeron bajo las balas enemigas luego de que el Che daba la orden de romper el cerco para reagruparse después. Solo cuatro lo lograron.

Muertos todos, prisionero Ernesto Guevara fue llevado a la escuelita de La Higuera. Allí un aula preserva aquella esquina desde la cual dijo a su sicario, el que se encontraba borracho y tembloroso, ¡Dispara que vas a matar a un hombre!. Aquel "soldadito boliviano" al decir de Paco Ibáñez cegaba una vida físicamente, pero espiritualmente la internacionalizaba como paradigma a imitar. Lo convertía, para los lugareños, en San Ernesto de La Higuera.

Una fosa común situada en un lugar desconocido resguardó por más de treinta años sus restos hasta que fueron encontrados, reconocidos y devueltos a suelo patrio. A la izquierda del Ché su amigo y hombre de confianza, Olo Pantoja, mártir de Contramaestre, el mismo que en la tarde del 8 de octubre de 1967 tiraran muerto a los pies del Comandante guerrillero. 

El día 9 se ratificaba la orden, se ejecutaba el asesinato "...No sabes quien es el muerto, soldadito boliviano el muerto es el Che-Guevara, y era argentino y cubano..." parafraseando a Ibáñez. "Dile a mis hijos que los amo y a mi esposa que vuelva a casarse" fueron unas de las últimas palabras a aquel oficial que le respetó hasta los grados de Comandante pero que no decidía sobre la orden emitida.

Conocí más de La Higuera, de Bolivia durante la misión de mi madre en ese país (2007-2009). Desde entonces realizan allí visitas homenajes. Hoy, gracias a médicos amigos que cumplen misión en ese país recibí varias fotos de la actividad realizada en el histórico lugar.

Las imágenes muestran el compromiso de generaciones y la tradición que continúa para decirles a los guerrilleros y al Comandante Guevara que la lucha no fue en vano, que su sangre es abono en nuestra juventud y que la misión de mantener la bandera en alto la vamos a cumplir; que el hombre nuevo es posible y ellos, médicos cubanos en Bolivia y en más  de  cincuenta países son ejemplos del internacionalismo proletario, que él impulsó.

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